viernes, 2 de octubre de 2020

UNA NUEVA CULTURA POLITICA PARA AMERICA LATINA

 


INTRODUCCIÓN

Una nueva cultura política para América Latina analiza los desafíos de la globalización del mundo contemporáneo a partir de diez tendencias principales, el fenómeno de la globalización desde sus ventajas y desventajas, un nuevo concepto de gobernabilidad: la gobernabilidad democrática y la modernización del Estado, la cultura de la corrupción, la ética y la política desde sus actores, y la necesidad de una respuesta ética a los desafíos contemporáneos.


DESARROLLO

Los desafíos del mundo contemporáneo

El pensador francés Jerome Bindé (2005), elaboro un documento sobre las principales tendencias que se advierten en el mundo actual y que pueden transformarse en verdaderos desafíos para la humanidad en el siglo XXI. 

Diez tendencias principales:

1.       El rápido desarrollo de la tercera revolución industrial, el continuo progreso de la globalización y sus crecientes efectos

2.       La pobreza, inequidad y exclusión

3.       La emergencia de nuevas amenazas a la paz, la seguridad y los derechos humanos

4.       Los problemas provenientes del crecimiento excesivo de la población mundial

5.       La rápida degradación del medio ambiente

6.       La emergencia de la “sociedad de la información” es otra de las tendencias identificadas.

7.       Cambios en los sistemas democráticos y en el sistema mundial de las Naciones Unidas como consecuencia de la globalización.

8.       La relevancia mundial del rolo de la mujer

9.       El pluralismo cultural, de la diversidad y la creatividad, en un mundo globalizado y de redes informáticas.

10.   Finalmente, la ciencia y a la tecnología con rol cada día más estratégico e importante.

El fenómeno de la globalización

Parafraseando a Tunnermann, “La globalización no es ni enteramente buena ni mala. Depende de cómo se utilice. Su problema principal es que no es realmente global sino fragmentada. Como resultado acumula las ventajas en un sector cada vez más reducido de la población y extiende las desventajas a sectores cada vez más amplios.”  (Tunnermann, 2005, p. 03)

Un nuevo concepto de gobernabilidad: la gobernabilidad democrática y la modernización del Estado.

El primer aspecto es el rol mismo del Estado en la sociedad contemporánea, sus funciones actuales, su estructura y la dimensión del aparato estatal, todo dentro de una visión de la sociedad global y del nuevo papel que juega la sociedad civil organizada.

En segundo lugar, hay que advertir contra el riesgo que el término de las políticas ideologizadas que amenazaban con la polarización y el fanatismo lleve a una concepción puramente instrumental de la política que deja de preocuparse por la sociedad y solo busque la realización de intereses particulares.

“Un Estado Moderno, capaz de promover consensos que sirvan de base a políticas de largo aliento, es decir, “políticas de estado” que trasciendan el tiempo de duración, de por sí limitado, de los gobiernos.” (Tunnermann, 2005, p. 07)

En tercer lugar, la estructuración de un sistema de partidos políticos fuertes, inclusivos y representativos, en que estos sean capaces de generar coaliciones mayoritarias estables y de jugar lealmente los papeles de gobierno y oposición, reemplazando la tendencia tradicional de absorción o eliminación del “otro” por la negociación y concertación.

La cultura de corrupción

La corrupción es tan antigua como la sociedad o como la noción misma de Estado. Hay autores que sostienen que, precisamente, una de las razones que llevaron a constituir la organización estatal y la división de poderes, basada en las teorías de Montesquieu, fue para frenar los abusos del poder, una de cuyas manifestaciones más degradantes es la corrupción.

La ciudadanía, a través de las distintas formas de organización de la sociedad civil, tiene un rol importante, diríamos decisivo, en la lucha contra la corrupción. Ciudadanos indiferentes y sociedades pasivas, que guardan silencio ante el abuso de los funcionarios públicos, devienen, en última instancia, en cómplices de la corrupción, cuando no en usufructuarios de la misma.

Ética y política

Las relaciones entre la ética y la política se pueden examinar a partir de todos los actores que forman una estructura política. “La relación entre la ética y política, no solo atañe a quienes ejercen el poder desde los órganos del Estado sino también a los partidos políticos, empresarios, comunicadores sociales y a la ciudadanía en general, desde luego que todos participan en la política o sus acciones pueden tener impacto político. No es válida la dicotomía entre una ética pública y otra privada.” (Tunnermann, 2005, p. 10) La ética pública y la ética privada deben responder a un mismo referente valórico.

Examinando la formación ética del ciudadano este debe iniciarse en el seno de la familia y debe ser uno de los objetivos fundamentales de la educación, el aula es donde se gesta la educación para una ciudadanía consciente y activa, demandando incorporar en los sistemas educativos de la región la formación en valores, mediante métodos pedagógicos que no se limiten a la simple transmisión de principios y susciten la formación de conductas éticas.

Necesidad de una respuesta ética a los desafíos contemporáneos

Los principios éticos y morales que deben ser tomados en cuenta en la elaboración de un contrato moral global deben situarse en la protección de la dignidad humana y el respeto por la vida. Todas las recientes declaraciones sobre los valores éticos y morales incluyen la responsabilidad humana, la solidaridad y el compartir.

Entre los valores compartidos, en una visión intercultural, suelen mencionarse la justicia, la verdad, la cooperación, el amor, la tolerancia y el respeto mutuo.

El nuevo pacto social y político estaría construido sobre la urgencia de promover la gobernabilidad democrática de la globalización, para lograr una sociedad contemporánea más justa, de la que se erradiquen la pobreza y las desigualdades en los campos económicos, sociales, científicos-tecnológicos y de acceso a la información y la comunicación.

Así también el nuevo contrato social debería contener medidas concretas que logren la igualdad entre los géneros; la declaración de que la pobreza evitable es un crimen contra la humanidad y medidas prácticas que la enfrentan, logrando así un crecimiento con distribución de la riqueza.


CONCLUSIÓN

Reflexionar sobre una nueva cultura política para América Latina desde la globalización y el reconocimiento de los derechos políticos del ciudadano frente al Estado, lleva a tratar los desafíos del mundo contemporáneo, la gobernabilidad democrática y la modernización del Estado, la cultura de la corrupción desde todos sus actores, plantear la ética y la política como escenarios de relaciones que deben estar marcados por los valores y respeto a al Estado, para concluir los nuevos contratos sociales orientados a determinar lineamientos y prácticas dirigidas a proteger a la ciudadanía deben llamar al crecimiento y la globalización.


BIBLIOGRAFÍA

Tunnermann, C. (2005). Una nueva cultura política para América Latina. Ed. UPOLI, Universidad Politécnica de Nicaragua.

 

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