INTRODUCCIÓN
Una nueva cultura política
para América Latina analiza los desafíos de la globalización del mundo contemporáneo
a partir de diez tendencias principales, el fenómeno de la globalización desde
sus ventajas y desventajas, un nuevo concepto de gobernabilidad: la
gobernabilidad democrática y la modernización del Estado, la cultura de la
corrupción, la ética y la política desde sus actores, y la necesidad de una respuesta ética
a los desafíos contemporáneos.
DESARROLLO
Los
desafíos del mundo contemporáneo
El pensador francés Jerome
Bindé (2005), elaboro un documento sobre las principales tendencias que se
advierten en el mundo actual y que pueden transformarse en verdaderos desafíos
para la humanidad en el siglo XXI.
Diez tendencias principales:
1. El
rápido desarrollo de la tercera revolución industrial, el continuo progreso de
la globalización y sus crecientes efectos
2. La
pobreza, inequidad y exclusión
3. La
emergencia de nuevas amenazas a la paz, la seguridad y los derechos humanos
4. Los
problemas provenientes del crecimiento excesivo de la población mundial
5. La
rápida degradación del medio ambiente
6. La
emergencia de la “sociedad de la información” es otra de las tendencias
identificadas.
7. Cambios
en los sistemas democráticos y en el sistema mundial de las Naciones Unidas
como consecuencia de la globalización.
8. La relevancia
mundial del rolo de la mujer
9. El
pluralismo cultural, de la diversidad y la creatividad, en un mundo globalizado
y de redes informáticas.
10.
Finalmente, la ciencia y a la tecnología con
rol cada día más estratégico e importante.
El
fenómeno de la globalización
Parafraseando a Tunnermann,
“La globalización no es ni enteramente buena ni mala. Depende de cómo se
utilice. Su problema principal es que no es realmente global sino fragmentada.
Como resultado acumula las ventajas en un sector cada vez más reducido de la
población y extiende las desventajas a sectores cada vez más amplios.” (Tunnermann, 2005, p. 03)
Un
nuevo concepto de gobernabilidad: la gobernabilidad democrática y la
modernización del Estado.
El primer aspecto es el rol
mismo del Estado en la sociedad contemporánea, sus funciones actuales, su
estructura y la dimensión del aparato estatal, todo dentro de una visión de la
sociedad global y del nuevo papel que juega la sociedad civil organizada.
En segundo lugar, hay que
advertir contra el riesgo que el término de las políticas ideologizadas que
amenazaban con la polarización y el fanatismo lleve a una concepción puramente
instrumental de la política que deja de preocuparse por la sociedad y solo
busque la realización de intereses particulares.
“Un Estado Moderno, capaz de
promover consensos que sirvan de base a políticas de largo aliento, es decir,
“políticas de estado” que trasciendan el tiempo de duración, de por sí
limitado, de los gobiernos.” (Tunnermann, 2005, p. 07)
En tercer lugar, la
estructuración de un sistema de partidos políticos fuertes, inclusivos y
representativos, en que estos sean capaces de generar coaliciones mayoritarias
estables y de jugar lealmente los papeles de gobierno y oposición, reemplazando
la tendencia tradicional de absorción o eliminación del “otro” por la
negociación y concertación.
La
cultura de corrupción
La corrupción es tan antigua como
la sociedad o como la noción misma de Estado. Hay autores que sostienen que,
precisamente, una de las razones que llevaron a constituir la organización
estatal y la división de poderes, basada en las teorías de Montesquieu, fue
para frenar los abusos del poder, una de cuyas manifestaciones más degradantes
es la corrupción.
La ciudadanía, a través de las
distintas formas de organización de la sociedad civil, tiene un rol importante,
diríamos decisivo, en la lucha contra la corrupción. Ciudadanos indiferentes y
sociedades pasivas, que guardan silencio ante el abuso de los funcionarios
públicos, devienen, en última instancia, en cómplices de la corrupción, cuando
no en usufructuarios de la misma.
Ética
y política
Las relaciones entre la ética
y la política se pueden examinar a partir de todos los actores que forman una
estructura política. “La relación entre la ética y política, no solo atañe a
quienes ejercen el poder desde los órganos del Estado sino también a los
partidos políticos, empresarios, comunicadores sociales y a la ciudadanía en
general, desde luego que todos participan en la política o sus acciones pueden
tener impacto político. No es válida la dicotomía entre una ética pública y
otra privada.” (Tunnermann, 2005, p. 10) La ética pública y la ética privada
deben responder a un mismo referente valórico.
Examinando la formación ética
del ciudadano este debe iniciarse en el seno de la familia y debe ser uno de
los objetivos fundamentales de la educación, el aula es donde se gesta la
educación para una ciudadanía consciente y activa, demandando incorporar en los
sistemas educativos de la región la formación en valores, mediante métodos pedagógicos
que no se limiten a la simple transmisión de principios y susciten la formación
de conductas éticas.
Necesidad
de una respuesta ética a los desafíos contemporáneos
Los principios éticos y
morales que deben ser tomados en cuenta en la elaboración de un contrato moral
global deben situarse en la protección de la dignidad humana y el respeto por
la vida. Todas las recientes declaraciones sobre los valores éticos y morales
incluyen la responsabilidad humana, la solidaridad y el compartir.
Entre los valores compartidos,
en una visión intercultural, suelen mencionarse la justicia, la verdad, la
cooperación, el amor, la tolerancia y el respeto mutuo.
El nuevo pacto social y
político estaría construido sobre la urgencia de promover la gobernabilidad
democrática de la globalización, para lograr una sociedad contemporánea más
justa, de la que se erradiquen la pobreza y las desigualdades en los campos
económicos, sociales, científicos-tecnológicos y de acceso a la información y
la comunicación.
Así también el nuevo contrato
social debería contener medidas concretas que logren la igualdad entre los
géneros; la declaración de que la pobreza evitable es un crimen contra la
humanidad y medidas prácticas que la enfrentan, logrando así un crecimiento con
distribución de la riqueza.
CONCLUSIÓN
Reflexionar
sobre una nueva cultura política para América Latina desde la globalización y
el reconocimiento de los derechos políticos del ciudadano frente al Estado,
lleva a tratar los desafíos del mundo contemporáneo, la gobernabilidad
democrática y la modernización del Estado, la cultura de la corrupción desde
todos sus actores, plantear la ética y la política como escenarios de
relaciones que deben estar marcados por los valores y respeto a al Estado, para
concluir los nuevos contratos sociales orientados a determinar lineamientos y
prácticas dirigidas a proteger a la ciudadanía deben llamar al crecimiento y la
globalización.
BIBLIOGRAFÍA
Tunnermann, C. (2005). Una nueva cultura política para
América Latina. Ed. UPOLI, Universidad Politécnica de Nicaragua.
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